La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia, es decir, es una enfermedad que produce el deterioro progresivo del funcionamiento del cerebro. En una persona con enfermedad de Alzheimer, la memoria, el razonamiento (resolución de problemas) y la comunicación pueden verse afectadas.[1–3] La enfermedad de Alzheimer es el tipo más común de demencia, y aproximadamente 1 de cada 20 personas de 65 años o más tienen esta enfermedad.[4]
Las personas con enfermedad de Alzheimer van perdiendo las células y conexiones nerviosas del cerebro, lo que afecta a la memoria, el lenguaje y los procesos de pensamiento, y también a cómo se sienten y se comportan.[5] Se cree que dos estructuras en el cerebro, denominadas «placas» y «ovillos», son las principales razones por las que las células nerviosas resultan dañadas en las personas con enfermedad de Alzheimer.[6]
La mayoría de las personas presentan algunas placas y ovillos a medida que envejecen, pero las personas con enfermedad de Alzheimer tienden a presentar mucho más de lo normal, empezando en áreas importantes para la memoria, para propagarse más tarde a otras áreas del cerebro.[7]
No se entiende por completo lo que produce la enfermedad de Alzheimer, pero existen algunos factores, denominados «factores de riesgo», que pueden aumentar las probabilidades de que una persona presente la enfermedad. Algunos factores de riesgo son: [8,9]
Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer se desarrollan lentamente con el tiempo. Al principio puede ser difícil discernir si los problemas de memoria leves se deben simplemente al hecho de hacerse mayor, o si son producidos por la enfermedad de Alzheimer. Los principales síntomas pueden ser distintos a medida que la enfermedad empeora.
No existe una única prueba para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer. Un médico hará preguntas para conocer el historial clínico del paciente, y normalmente pedirá a la persona que realice alguna prueba de memoria, pensamiento y lenguaje para comprobar el funcionamiento de las diferentes áreas del cerebro. El médico también podría hacerle un análisis de sangre, o solicitar que le hagan una tomografía axial computarizada (TAC) o una resonancia magnética (RM) del cerebro. Si el médico no está seguro de si un paciente tiene la enfermedad de Alzheimer, podría enviar a esta persona a un médico especialista, como un psiquiatra o un neurólogo. Estos especialistas son expertos en el diagnóstico, cuidado y asesoramiento de pacientes con enfermedad de Alzheimer y sus familiares.
La enfermedad de Alzheimer se puede dividir en tres estadios principales: [12–14]
La enfermedad de Alzheimer preclínica es el primer estadio de la enfermedad, durante el cual están teniendo lugar cambios en el cerebro del paciente, pero sin que este presente síntomas claros.[12]
En la enfermedad de Alzheimer prodrómica, se dan pequeños cambios en las capacidades o comportamiento de una persona, los cuales se vuelven más obvios con el tiempo.[13]
La demencia de Alzheimer es el estadio final de la enfermedad, cuando el paciente necesita más ayuda para llevar a cabo sus actividades cotidianas habituales, y puede acabar dependiendo de atención de enfermería o de los cuidados de un familiar.[14]
Cada persona resulta afectada de manera distinta por la enfermedad de Alzheimer. Como promedio, las personas con enfermedad de Alzheimer viven entre 8 y 10 años después de que aparezcan los síntomas, pero algunas personas han llegado a vivir hasta 20 años después del diagnóstico.[15]
En la actualidad no existe cura para la enfermedad de Alzheimer, de manera que los tratamientos tienen la finalidad de paliar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Los principales tratamientos para la enfermedad de Alzheimer son: [16]
Además de los miembros de la familia, existen muchos profesionales médicos distintos que pueden participar en el cuidado de un paciente con enfermedad de Alzheimer. Entre estos se incluyen el médico de cabecera, el psiquiatra o el neurólogo, las enfermeras especialistas, los ergoterapeutas y los psicólogos.
En la actualidad se está investigando para encontrar nuevos tratamientos con el fin de detener, desacelerar o prevenir la enfermedad de Alzheimer. La mayoría de los estudios tienen el objetivo de encontrar tratamientos que actúen sobre las placas y ovillos, pues se cree que estos son la causa principal de los efectos de la enfermedad de Alzheimer.[17] Otro foco de interés de los estudios de investigación es detectar la enfermedad lo antes posible, y los científicos están intentando entender cómo la enfermedad empeora, y qué papel desempeñan los factores genéticos.